23/5/24

Editorial invitada: Himpar (Bogotá)


La editora, artista sonora y docente bogotana Ana Cecilia Calle, en nombre de un equipo formado por Lorena Iglesias Meléndez, Óscar Campo y Leonardo Gil Gómez, nos presenta Himpar, una de las editoriales independientes más interesantes del emergente panorama colombiano, que además cumple este año una década de libros, disponibles también fuera del país en cinco librerías de ciudades como Guadalajara, Ciudad de México, Barcelona, Chicago y Berlín.

Himpar nació como un encuentro entre amigos egresados de literatura y del posgrado en escrituras creativas de la Universidad Nacional de Colombia. Algunos teníamos experiencia editorial más formal y otros menos, pero nos unía la necesidad de crear espacios para autores jóvenes de esas primeras cohortes de maestrías en creación literaria del país. Arrancamos con una beca del gobierno de la ciudad para la edición emergente y recuerdo el comentario de un sazonado editor, que no le encontraba sentido a publicar la primera novela de un amigo —asumiendo algo que no era cierto de nuestro libro inicial— y, pues bueno, aquí estamos una década después, con un catálogo sólido que arrancó con esa «novela del amigo», y que nos permitió imaginar una colección y, sobre todo, un estilo de trabajo.

Nos gusta pensar en la nuestra como una vocación de taller. En la editorial como lugar de encuentro de autores, editores y lectores, y como taller para consolidar procesos de escritura en una tarea conjunta de autores, autoras y editores. En estos diez años ha pasado de todo: durante un periodo largo funcionamos de manera más bien lenta, con unos dos proyectos por año, porque todos estábamos fuera del país cursando estudios de posgrado. Entre 2018 y 2019 la novela Celebraciones, de Leonardo Gil, recibió un premio del Ministerio de Cultura, publicamos otra novela, El atajo, de Mery Yolanda Sánchez, una autora que admiramos mucho, y llegó Kintsugi, una propuesta de la autora chilena María José Navia. Todo esto fue como un parteaguas y entonces decidimos darle fuerza al proyecto, trabajarlo con más conciencia de catálogo y hacer un mayor esfuerzo de visibilidad.

Y mira que nos ha ido bien. Hemos contratado autoras chilenas, ecuatorianas, mexicanas o argentinas y hemos aumentado la lista colombiana de autores y autoras noveles. Hicimos rescates editoriales del siglo xix o de Luis Fayad, el autor vivo más importante de la literatura colombiana, con un libro hermosísimo, La caída de los puntos cardinales, una novela que narra la migración libanesa a Colombia a principios del siglo xx. Editar a un grande de la literatura como Luis es un sueño cumplido. Pero también lo ha sido que María José Navia compartiera tarima con Julieta Venegas en el cierre de la FILBo 2022, o que Sembré nísperos en la tumba de mi padre, el poemario debut de la autora afrobarranquillera Johanna Barraza Tafur, fuera el libro más votado en las listas de fin de año de dos medios culturales en Colombia.

En Himpar echamos de menos no tener que estar restringidos a sacar novedades todo el tiempo. Por ejemplo, el año pasado incluimos dos títulos claves para la poesía contemporánea: Desastre lento, de Tania Ganitsky, y Dios también es una perra, de María Paz Guerrero. La apuesta en ese caso no fue por la novedad —no eran inéditos— sino porque creemos que deben seguir circulando. En la industria se publican demasiados libros que tienen una vida corta. Es difícil sostener la presión del mercado, el ritmo de las multinacionales que publican libros como quien saca zapatos de temporada. Pero las editoriales pequeñas, como nosotros, nos tomamos el tiempo para editar, hacer taller y poner el esfuerzo necesario en cada uno de nuestros libros. Resistir esa presión es una preocupación cultural, editorial e incluso ambiental.

Algo que nos hace muy felices en nuestro oficio es ver a nuestros lectores con sus libros en la mano, posteando las cubiertas en sus stories, contándonos qué les gustó. En las ferias también, cuando vemos que los lectores nos reconocen, toman uno de los libros, dicen «Uy, este me encantó» y se lo recomiendan a los amigos. Creo que es la experiencia más gratificante que podemos tener en el oficio.

Hay un panorama editorial y literario muy interesante en Colombia, liderado por los sellos independientes, con libros que obtienen buena parte de las becas del gobierno para traducir literatura colombiana. En curaduría y diseño también hemos crecido muchísimo en América Latina, ¡cada día hay libros más y más lindos! Y aunque publicamos cada vez más mujeres, la brecha aún no se cierra. En términos más generales, noto un par de temas recurrentes en las novedades literarias. La llamada «literatura del jardín» se pregunta por nuestra relación —o desconexión— con el mundo natural. En especial el tema de las plantas ha tenido una explosión de libros en Colombia. Y, por otro lado, proliferan las literaturas del terror, el weird, la ciencia ficción y la fantasía. Muchas de esas historias están comandadas por mujeres. No creo que sea la primera en apuntar esto, pero es curioso, porque algunas de las escrituras «del jardín» —pienso en Christian Alarcón, Federico Falco o Santiago Beruete— están escritas por hombres, con lo que espacios literarios que canónicamente no lo eran son ahora explorados por estos sexos: las mujeres en el terror, los hombres en el jardín. | Ana Cecilia Calle


Instagram: himpareditores
Libro destacado: Las raíces de la luz, de Andrea Beaudoin Valenzuela