8/7/24

La vida insiste

«Su inteligencia a la hora de retratar los vínculos humanos la acerca a Alice Munro; su piedad y humor, a Lucia Berlin»

Cuentos
La vida por delante
Magalí Etchebarne

Páginas de Espuma, Madrid, 2024

En el cuento «Temporada de cenizas» se narra brevemente el trabajo y el dolor que significan cuidar a una madre anciana y enferma, «una madre vieja es un hijo a contramano», leemos, pero también se afirma «Ya va a volver la vida, la vida insiste». Este diálogo da cuenta del tono vitalista y carente de solemnidad que caracteriza la poética de La vida por delante, el tercer libro de la argentina Magalí Etchebarne (Buenos Aires, 1983), que mereció el VIII Premio Ribera del Duero de Narrativa Breve. Es el mismo tono con el que escribió su primer libro de relatos Los mejores días (Tenemos las máquinas, 2017) y algunos de los poemas de Cómo cocinar un lobo (Tenemos las máquinas, 2023).

La vida por delante se compone de cuatro cuentos que, por su temática ―la enfermedad, la muerte, los amores fallidos y las relaciones laborales difíciles―, podrían resultar oscuros y trágicos; sin embargo, se leen desde una proverbial empatía chejoviana, gracias a la mirada amable y luminosa de su autora, que nos hace querer y comprender a sus personajes. El humor, a veces sutil u oblicuo ―«yo habría preferido ser una reina loca, mi propia María Antonieta»―, a veces negro ―«los viudos son personas a medias»―, asiste a la levedad y sencillez con que se leen estos relatos.

Todas sus historias están protagonizadas por mujeres: la madre, la hija, la hermana, las amigas ―una escritora famosa y su editora)― y la que no sabe qué hacer con su pareja. Los hombres están allí para completar o complicar las tramas; sobre todo, si son hermosos y se ríen ―son «un drama, un anzuelo fatal»―. Este universo preminentemente femenino está lleno de menudencias, pormenores y sucesos de un día cualquiera. Etchebarne comparte con Hebe Uhart y Felisberto Hernández el asombro por lo cotidiano y, al igual que a ellos, los pequeños detalles le producen epifanías filosóficas ―«Pero a mí qué me importa el presente, es solo una fuerza imantada hacia el pasado que frena el futuro»―.

La clase media argentina y el tiempo están también en el centro de estas tramas. El libro empieza con «Ellas decían que estaba de moda, que salir con mujeres mucho más jóvenes era lo que ellos hacían para reciclarse. Aunque si uno mira atrás, al fondo total de la historia, se podría decir que el mundo empezó así. Unos hombres raptan a unas niñas y las hacen suyas». Y termina con otra referencia temporal: «Imaginate no tener nada para hacer un domingo a la noche». ¿Entre cuántos tiempos vivimos, si una enfermedad confunde nuestra memoria, nuestra identidad?; ¿cómo funciona el tiempo del (des)amor para los miembros de una pareja?; ¿cómo es el de la creación artística? o ¿y el del duelo? son preguntas nucleares que se desprenden de estos cuentos.

Etchebarne escribe con ritmo de poeta y la calculada precisión de una aguja de alta costura, como la editora del cuento «Un amor como el nuestro». Ya había deslumbrado a los lectores con sus primeros cuentos, más breves que los de La vida por delante. Su voz narrativa no pierde el brillo en estas tramas, más extensas, y consigue dotarlas de una misma tensión subterránea y una atmósfera común. Su inteligencia a la hora de retratar los vínculos humanos la acerca a Alice Munro; su piedad y humor, a Lucia Berlin.