30/4/24

Librería invitada: Primera Página (Urueña)


Desde un lugar tan especial como la medieval y castellana Urueña, el pueblo de España con más librerías por habitante, la periodista y librera Tamara Crespo (Barakaldo, 1971) nos presenta el proyecto que, con pasión, honestidad y ninguna de las tonterías de moda en la escena independiente, lleva adelante desde 2015 con su compañero, el fotoperiodista Fidel Raso (Sestao, 1953), y la gata Chuche, la librera más bonita de Valladolid.

Nunca tuve vocación de librera. Lo que existe en mí desde que tengo uso de razón es un amor desaforado por los libros, la lectura y la escritura. Este último sí se tradujo en una vocación, la de periodista, que desarrollé en mi anterior vida profesional, siempre en prensa escrita, durante casi veinte años, y desde hace seis en Radio Nacional de España, con una sección de libros en un programa cultural. Soy librera desde hace ocho y, aunque es algo que nunca planeé, me hace tan feliz como el ejercicio del periodismo. He de reconocer que eso es una suerte, pero también tengo que decir que es fortuna ganada a pulso, con mucho trabajo y con la dosis necesaria de valentía para cambiar de vida sin salvavidas. La de periodista es, no obstante, una vocación que no se pierde, una forma de ver y de estar, de modo que aquí sigo, con un pie puesto como librera en el periodismo y viceversa.

De hecho, la librería, de la que es cofundador Fidel Raso, mi compañero de vida y de trabajo, está especializada en periodismo, fotografía y viajes por esa dedicación de ambos a la profesión, en su caso, con veinte años más que yo, que los tiene, y como fotoperiodista. Me gusta defender el periodismo, la necesidad del buen periodismo, desde esta otra trinchera, lejos del ruido y la furia, de la degradación que lo atenaza. Y me gusta descubrir y aprender, descubrir lecturas a otros lectores y aprender de ellos. Ese intercambio, ese compartir pasión, es quizá lo mejor de ser librera. Eso, y abrir cajas de libros nuevos o ir a buscar y comprar libros viejos como si todos fueran para mí.

El resto es lucha, lucha por mantener el equilibrio en las cuentas, trabajo de catalogación del libro usado, que coloco en una web de segunda mano, subir parte de los libros nuevos a la mía, enviar pedidos, hacer pedidos, liquidaciones… Colocar libros, algo que en una librería pequeña se complica, junto a la labor ―que también me eché a la espalda― de mantener la web y el blog actualizados, y una permanente presencia en las redes sociales. También ha sido y es ingente la tarea de organización de actividades, pero sin ellas, sin ese esfuerzo, la librería no hubiera tenido la proyección que hoy tiene más allá de las murallas de Urueña. Que la librería salga en una película de David Trueba es una de las cosas mágicas que nos ha traído esta actividad.

A veces me preguntan cómo va «el negocio» y la respuesta es fácil: esto no es un negocio, es una forma de vida. Negocio es lo que sobra en el mundo del libro, mercantilizado hasta la náusea como si los libros fueran un producto cualquiera. No lo son. Los libros, los buenos libros, son una fuente de progreso social. Si da para vivir es otra de las preguntas de los curiosos o indiscretos. «Para vivir como vivo yo, sí», suele ser mi respuesta ―a veces con más o menos apostillas―, «en un pueblo muy pequeño, de ochenta habitantes, sin apenas servicios ni transporte público, y con una estufa para la que hay que tener preparada la leña». | Tamara Crespo


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